Comentario
El encumbramiento de la burguesía como grupo privilegiado en el siglo XIX conlleva a la vez el mantenimiento de hábitos tomados de la aristocracia y el surgimiento de otros nuevos.
La familia burguesa será la célula básica de inserción del individuo en la sociedad, y por ello será también objeto de atención preferente y control por parte del Estado.
El positivismo y los avances científicos hacen al individuo decimonónico situarse en la cúspide de la evolución y la historia humanas. El racionalismo rige, cual nueva religión, hasta los actos más privados, no siendo hasta finales de siglo cuando el ámbito de los sentimientos y la psique se revelen contra la dictadura de la racionalidad. Nietzsche y Freud dirigirán sus dardos contra la rígida moral burguesa, que anula los sentimientos, la espontaneidad, la voluntad. Es el momento en que se descubre lo psíquico, lo emocional, lo impulsivo.